jueves, 25 de noviembre de 2010

25 de Noviembre


Me he despertado tarde. Y tarde reescribo en este blog que estaba acumulando polvo y recuerdos no escritos. Viajes, silencios, té caliente, cigarros no acabados hundidos en ceniceros compartidos, desfiles de gaviotas y lluvia tras el cristal. Lluvia que no es de allí, donde el cielo se pone más rosa que aquí, pero no tiene un espejo de agua donde caer.
25 de Noviembre. Más de dos meses aquí. La sensación y la realidad, es que hago lo que quiero y cuando quiero, como dije hace casi un mes en este mismo sitio. Me despierto tarde,  me acuesto tarde. Los libros de mesita de noche rascan en mi interior para hacerse hueco e intentar viajar conmigo a un lugar donde el italiano es el rey, pero tiene decenas de hijos con dialectos diferentes dispuestos a hacer más curiosa y a cumplir más aun los tópicos de Italia. Loca, chula y con ese sabor agridulce que da la gente de aquí. Individualistas, pero hay un pequeño detalle curioso que echo de menos en España.  El detalle que a un desconocido le das la mano, sea hombre o mujer, y al amigo le das dos besos, sea hombre y mujer. Detalles como esos luchan por dar mejor imagen que su falta de respeto conduciendo y sus aires de guapería.
Si Adri me viera, me regañaría como perro, me miraría fijamente y me diría: “Mierdas”, sonriendo, en una mezcla de apodo de broma clásico entre nosotros, pero con una directa hacia mi pereza.  Si mi coche tiene varios motores, él es uno de ellos. Otro de ellos es la montaña, y aquí esta riéndose de mí, delante de mis narices, y yo la miro como el tonto enamorado de la luna, pero no llego a montarme en el cohete espacial que me lleva a ella, y más lejos si quiero, a sus personales estrellas.  Abandonado mi motor lectura de libros en una habitación ahora solitaria, me queda el motor surfear. Surfear por internet, como dirían los franceses. Surfear por curiosidades, por Hespérides, por nucleares, por poesías, por pasajes de Cebrían, por películas sentimentales que vería una y otra vez, por el vicio del juego futurista, por las palabras que una y otra vez te diría. Que te diría.
 Lejos de abandonar el té, aquí ha crecido como lo hace la hierba en primavera. Y además tiene flores que son como drogas, enganchan como ellas solas.
La sensación de miedo por algo bueno. Es normal. Tener miedo, digo. Pero pocas veces lo he tenido por algo bueno. O no sé si es bueno…
Anoche volví a escuchar el pasaje de Miguel Hernández, y una vez más tuve varios escalofríos, y mis ojos soltaron un poquito de agua con sal. Me lleva a otros momentos, a otras personas…y la voz de Serrat en esas canciones-poesias me sube a ese lugar que no conozco y donde me siento seguro…no sé si contigo o contigo, o con todos. Pero no es fácil. No es fácil que el agua con sal corra por mis mejillas, y en estos meses, falto de fuerza para conseguirlo cuando más lo he necesitado, la fuerza ha venido de esa señora llamada radio, que con improvisaciones y sorpresas, trae los recuerdos profundos y los besos guardados.

1 comentario:

  1. Eyy eres un fenomeno escribiendo...no se si estudiaras o no, si escalaras, parece que no, si leeras algo, parece que no lo bastante...pero escribes bien...puñetero...ya te daremos montaña cuando vuelvas...y entre tanto...cuidate....

    Aurelio...

    que hay que hacer sextos....

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